En este momento estás viendo «Cuarentena» por Carl Gustav Jung

«Cuarentena» por Carl Gustav Jung

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Blog

“Capitán el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el barco”

Capitán: -“Que te inquieta chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?”
Chico: -“No es eso, capitán, no soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar a mi familia”.
Capitán: -“¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, soportarías la culpa de infectar alguien que no puede aguantar la enfermedad?”
Chico:- “No me lo perdonaría nunca, aún así, para mí han inventado esta peste”
Capitán:- “Puede ser. ¿Pero si no fuese así?”
Chico:- “Entiendo lo que queréis decir, pero me siento privado de la libertad capitán, me han privado de algo”
Capitán:- “Tu puedes privarte de algo más”
Chico:- “Me estás tomando el pelo capitán?”
Capitán:- “En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido”
Chico:- “Entonces, según usted si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?”
Capitán:- “Así es. Lo hice en la cuarentena hace 7 años.”
Chico:- “Y que es lo que os quitaste?”

Capitán:- “Tenía que esperar más de 20 días sobre el barco. Eran meses que esperaba llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia, y en Port April nos vetaron de bajar. Los primeros días fueron duros. Me sentía como vosotros. Después empecé a responder a aquellas imposiciones de otra forma. Sabia que tras 21 días de este comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a enfocarlo de manera diferente.

Empecé a reflexionar sobre aquellas privaciones, tenía muchas, y cada día de mi miserable vida en esa situación… y decidí cambiar mi mirada, decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse de comer la mitad de cuanto comía habitualmente, luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido el hombre en salud.

El paso siguiente fue unir a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse de leer al menos una página cada día de un argumento de un libro que no conocía.

Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco. Un viejo hindú me había dicho años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza.

La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a cualquier entidad por no haberme dado, un mal destino, y privaciones serias durante toda mi vida.

El hindú me había aconsejado también de coger la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos, y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria sobre el barco.

En vez de pensar en todo lo que no podía hacer, pensaba en lo que habría hecho si hubiera bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y las disfrutaba.

Me había privado de alimentos pesados y poco saludables, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de ociar, de pensar sólo en lo que me habían quitado.


Chico:- “Como acabó capitán?”
Capitán:- “Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.
Chico:- “¿Os privaron de la primavera entonces?”
Capitán:- “Si, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo florecí como nunca, me había llevado la primavera para dentro, y había transformado mi vida para siempre.”

Extraído del Libro Rojo de Carl Gustav Jung

 

«El momento por el que atraviesa la humanidad puede verse como un portal o como un agujero. La decisión de caer en el agujero o pasar a través del portal depende de ti. Si te enfocas en los problemas, tendrás poca energía, estarás nervios@ y malhumorad@ todo el tiempo, y caerás en el agujero. Si aprovechas esta oportunidad para mirarte a ti mism@, para repensar la vida y la muerte, cuidarte a ti mismo y a los demás, cruzarás el portal.

Cuida tu hogar, cuida tu cuerpo. Conéctate a través de tu cuerpo con tu casa espiritual. Cuerpo, casa, casa espiritual… todo esto lo mismo. Cuando te estás ocupando de uno, te estás ocupando de todo lo demás.

Hay una demanda social en esta crisis, también hay una demanda espiritual. Las dos van de la mano. Sin la dimensión social, caemos en el fanatismo. Pero sin la dimensión espiritual, caemos en el pesimismo y la falta de sentido.

Estás preparado para esta crisis. No te sientas culpable por ser feliz durante este momento difícil. No ayudas nada estando triste y sin energía. Mantén una vibración hermosa, alegre y luminosa. Aporta serenidad en la tormenta.

Lo que emanas ahora es lo más importante: canta, baila, conecta con lo sagrado a través del arte, la alegría, la fe y el amor.»

Mensaje de Águila Blanca
16.03.2020