Queridos amigos,
En tiempos de incertidumbre externa, podemos fácilmente perdernos internamente en la mente limitada por el tiempo. Podemos perder nuestro terreno y encontrarnos enredados en una red de historias de miedo sobre el futuro, y podemos anhelar volver a un tiempo en el pasado cuando las cosas estaban «mejor».
Es muy importante, en momentos como este, recordar nuestro verdadero hogar, atemporal y siempre presente. Para reducir la velocidad y hacer contacto con este momento presente, su novedad, su creatividad, su sabor único. Volver a presenciar paisajes, sonidos, olores, sentimientos, sensaciones. Para volver al cuerpo, la respiración, el juego de la vida momento a momento que nos rodea, de la que somos parte indisolublemente y en última instancia.
Escuchar a los pájaros cantando. Para sentir nuestros pies en la tierra sagrada. Para notar pensamientos en lugar de dejarse llevar por ellos. Para sentir la tensión en el vientre y los hombros, la contracción en el pecho o la garganta, la presión en la cabeza, sin etiquetar nada de eso, sin juzgar nada, sin tratar de hacer que todo desaparezca. Respirar en los lugares tensos y heridos del interior. Para comenzar de nuevo, y de nuevo, y de nuevo…
Para bendecir este momento con nuestra sagrada atención. Para saborear lo que hay aquí, ahora. Para apreciar lo que tenemos hoy. Para atender «lo que es», en lugar de lo que no es.
Y cada vez que nos perdemos en la mente, podemos despertar nuevamente: podemos sentir nuestros pies en el suelo, podemos notar que nuestro aliento sube y baja en nuestros estómagos, podemos escuchar el sonido de los pájaros, el parloteo en el fuera de la calle, el zumbido de la televisión o el aire acondicionado, y el silencio impresionante que contiene todo.
Solo hay este momento.
-Jeff Foster-