Según Erich Fromm, psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista, “la personalidad es la totalidad de las cualidades psíquicas innatas y adquiridas que son características de un individuo y que le hacen único.”
Cada ser humano es único e irrepetible, por ello el trabajo terapéutico con personas nos invita incesantemente a ser humildes, compasivos y creativos. Por eso más allá de clasificaciones o diagnósticos, nos mueve internamente a desarrollar nuestras capacidades de “sintonizar” con el problema de fondo que trae nuestro cliente, y a desarrollar nuestras capacidades creativas en nuestro acercamiento al cliente hasta que damos con el núcleo del tema de fondo y la mejor forma de relacionarnos y de enfocar como abordar el tema que le trae a consulta. Este aspecto del trabajo terapéutico me encanta, me pone en contacto con la vivencia en estado puro de que cada persona es única, en su “configuración”, en su capacidad de respuesta, en cómo vivir la vida. En las sesiones con los clientes observo tantos ritmos y necesidades tan diversos, los anhelos y las vivencias de cuestiones similares de formas tan distintas. Esto me hace maravillarme de la infinita creatividad de la vida, y de las enormes posibilidades de resilencia, la capacidad para superar períodos de dolor emocional y situaciones adversas, que tenemos los seres humanos, y de cómo son estas experiencias difíciles las que nos hacen crecer y aumentar nuestra comprensión desde el corazón.
Tal como dice el Lama Jampa Monlam, de Katmandú (Nepal), “El propósito de todas las personas es ser felices. Hay que buscar las raíces de la felicidad para cultivarla, y las del sufrimiento para transformarlo. Hay mucho desarrollo material, pero hace falta desarrollo interno. Los ejercicios cotidianos de escucha a uno mismo, de conexión profunda con nuestra esencia nos llevan a una mente positiva, que es la única capaz de bondad. Comprender que el sufrimiento surge de uno mismo es algo radicalmente transformador que cambia tu mirada hacia el mundo y, por tanto, cambia el mundo. Es poderosísimo.”
Es esta comprensión más amorosa transforma nuestras vidas. En mi experiencia es como si pasáramos de ver la vida a través de una paleta de unos pocos colores a otra de millones de colores. La profundidad, nitidez, brillo y cantidad de matices de los paisajes humanos, y de nuestra propia vida adquieren otra dimensión, una dimensión tan bella y profundamente humana que a veces pareciera divina.
Me gustaría acabar expresando mi gratitud a todas aquellas personas que a lo largo de la vida han sido mis maestr@s, a los que con su trabajo terapéutico me ayudaron a ampliar y refinar la comprensión amorosa de mi propia vida, y muy especialmente a los que ahora me abren su corazón mostrando sus flaquezas y anhelos. A todos ellos llevo en mi corazón y me gustaría expresar mi agradecimiento con estas palabras atribuidas al Papa Francisco, “Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides que tu vida es la mayor empresa del mundo. Sólo tú puedes hacer que brille en todo su esplendor.”
Que nuestra vida brille en todo su esplendor y sea un jardín lleno de oportunidades para ser felices.