Hay un fantasma en el aire que se llama virus, que no vemos ni escuchamos ni sentimos, hasta que nos afecta y nos empieza a complicar la salud con sus síntomas. Pero no todas las personas se infectan ni desarrollan los síntomas aunque todas estuvieran expuestas al mismo virus. ¿De qué depende la infección?
El encargado de protegernos contra los patógenos externos como bacterias y virus es nuestro SISTEMA INMUNE, que esta formado por los linfocitos (glóbulos blancos T y B), los neutrofilos, los fagocitos, las citocinas y los Natural Killers entre otros. Hay una inmunidad innata que empieza por la piel, las mucosas, el sistema digestivo y respiratorio (primera linea de defensa) y otra inmunidad adaptada que aprende a través de la experiencia y el contacto con patógenos del ambiente que nos rodea.
De la respuesta del conjunto depende si nos infectamos o no.
¿Qué debilita nuestro sistema inmune?
Hay muchos factores que pueden influir en la competencia de nuestras defensas, vamos a nombrar algunos:
- Acumulación y falta de eliminación de toxinas (por consumo de tabaco, alcohol, medicamentos…).
- El estrés que afecta al equilibrio de nuestro sistema nervioso (homeostasis) cual regula el sistema inmune, como pueden ser la falta de sueño, la ansiedad, el miedo, el dolor crónico, la depresión, etc.
- Una alimentación baja en vegetales y verduras, con pocos productos frescos y carente en micronutrientes.
- Mala digestión causada por intolerancias alimentarias que generan inflamación crónica del sistema digestivo, irritación constante y agotamiento del sistema inmune.
- Situaciones fisiológicas o patológicas que reducen la respuesta inmune (enfermedad, edad o embarazo entre otros).
- Estar expuestos a contaminantes como productos químicos, contaminación del aire, etc.
¿Qué podemos hacer para fortalecer nuestro sistema inmune?
- Seguir una dieta arco-iris con muchos vegetales, cereales enteros y proteínas de calidad, que aporta los nutrientes que el organismo y todas sus células necesitan para poder funcionar de manera óptima. Reducir o evitar azucares, harinas refinadas y productos procesados.
- Descansar y dormir suficientes horas y en el horario correcto (recomendado 22h-6h).
- Fomentar una actitud optimista y reducir los factores estresantes.
- Buscar relajación a través del ejercicio y el contacto con la naturaleza. Caminar, ir en bicicleta, nadar, bailar, cantar y pasear por zonas con árboles frondosos ayudan.
- Añadir suplementos naturales para aumentar las defensas como pueden ser la vitamina C, las setas medicinales (shitake, maitake y reishi), algunas infusiones herbales, la equinacea o el própolis.
¡La salud esta en nuestras manos!
¿Dónde te encuentras tú?
¡No esperes más y empieza a cuidar tu sistema inmune!
Te recuerdo alguno de mis consejos para equilibrar tu alimentación y añadir hábitos saludables…
- Paseos diarios por zonas con aire limpio (campo, montaña, mar).
- Duchas de agua fría/caliente (dirección pies-cabeza).
- Cepillado circular de la piel en todo el cuerpo (dirección corazón) para estimular la circulación, depuración y la reactividad de la piel.
- Vitamina C natural: (cítricos, kiwi, zumo de grosella roja o negra, frutas del bosque, pimiento rojo, remolacha, perejil fresco, coles y hojas verdes)
- Vitaminas del complejo B: a través de los cereales integrales y la levadura nutricional (1-2cs/día)
- Beta-carotenos (por su importancia en la salud de las mucosas, ampliamente presente en todo el sistema respiratorio): a través del consumo diario de vegetales de color naranja, rojo, amarillo y verde intenso sobre todo como la col kale, espinacas, pimiento, zanahoria, boniato y calabaza.
- Flavonoides: que encontramos en alimentos como los pimientos, las coles de Bruselas, espinacas, ajo y el chocolate (mejor negro con mínimo 70% de cacao).
- Pre- y probióticos: (para reforzar la flora intestinal como primera línea de defensa) a través de alimentos fermentados, como el kéfir, té de kombucha, miso no-pasteurizado, chucrut o kimchi, etc.
- Zinc: chocolate negro, pipas de calabaza, semillas de sésamo o tahini.
- Selenio: pipas de calabaza, nueces de Brasil, arroz integral o avena.
- Ácidos Grasos Esenciales (Omega 3): chía, semillas de cáñamo y de lino, nueces, algas y pescado pequeño de la playa.
- Especies: cúrcuma, canela, jengibre, cardamomo y clavo.
- Infusiones: de tomillo, salvia, saúco, flor de tilo
- Equinacea: antivírico y antibacteriano.
- Propóleo: actúa como antibiótico natural, con efecto anti-infeccioso y anti-inflamatorio.
- Polen: un nutriente valioso, que además ayuda a estimular las defensas.
- Jalea Real: fortalece el sistema inmune, estimula el apetito y es un potente reconstituyente del organismo.
¡Gracias por compartir nuestros consejos y propuestas con los amigos, la familia, compañeros…!
Un abrazo y ¡hasta pronto!
Dorte Froreich
Naturópata y Nutricionista Ortomolecular
¿Quieres mejorar tu salud, balancear la dieta familiar y practicar una alimentación consciente?
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